lunes, 25 de marzo de 2013

¿Es Laura una puta?



  Habían renunciado a componer la banda sonora de Laura dos prestigiosos músicos de la 20th Century-Fox (Newman y Herrmann), y Otto Preminger se empañaba en usar el Sophisticated Lady de Duke Ellington. El desconocido Raksin, último recurso para incorporar algo original, le rebatió la inconveniencia de ese tema. “¿Hay en su cabeza alguna conexión entre el título de esa canción y la forma en que usted ve a la chica de su película?” Otto Preminger respondió: “¡Es una puta!”.



  No solo el título sino el predominio del saxo en el tema de Duke Ellington parecería a Raksin, aun considerándolo excelente, conforme con el criterio de Preminger, pero no con el suyo. Finalmente obtuvo de plazo un fin de semana para proponerle una alternativa si no seguiría adelante con su idea.
  Solo hasta última hora del domingo Raksin no halló la inspiración frente al piano de su casa, al decidirse a abrir una carta que había guardado de su esposa y golpearle el anuncio de la ruptura de su relación. La melodía gustó, y se convirtió en el leit-motiv de la película, siempre asociada a la imagen de la protagonista, bien durante el tiempo en que se le cree muerta (el cuadro), bien a partir de que “resucita”.



  La música se convertirá en una de las más versionadas de la historia de las bandas sonoras de cine y, curiosamente, al margen de aquellas en que se le ha incorporado la letra de Johnny Mercer (la cantaron Frank Sinatra etc.), las más escuchadas son aquellas en que predomina el saxo.



  En la película hay diversos comentarios que hacen sospechar el sentido de la descalificación que le otorgó el propio director, principalmente a cargo del personaje más carismático y dual, a la sazón el asesino, el mentor de Laura, el crítico periodístico y refinado coleccionista de piezas de arte Waldo Lydecker. Si bien la defiende ante el investigador McPherson cuando se revela el carácter misógino de este y alude a ella como “dama” (las connotaciones de “dame” en inglés apuntan más hacia aquella significación), en el trascurso del flashback de presentación en el restaurante refiere las pasajeras relaciones que mantuvo con Jacoby, pintor del cuadro que señorea su apartamento, así como con otros, a los que hábilmente fue apartando de su camino profesional y sentimental por vulgares e inconvenientes. Cuando ella reaparece, directamente le reprocha esta propensión, al fijarse en hombres como su ex prometido Shelby y el propio investigador McPherson: “Tienes una trágica debilidad, para ti un hombre es un cuerpo bien constituido y fuerte. Y siempre sales dañada.” […] “Si McPherson no fuera un hombre musculoso y de buena presencia, no tardarías ni un minuto en desenmascararlo”.

  No sería menester conceder absoluta credibilidad a quien está obsesionado con ella y a la sazón resulta un criminal, salvo porque no es menos cierto que la carrera de Laura se ha forjado en tanto que ella se ha permitido ser controlada y auspiciada por él, a sabiendas de que no lo amaba, hasta el momento de alcanzar una posición e independencia económicas que la refuerzan para al fin despedirlo. “Ningún hombre volverá a dañarme, ninguno. Ni siquiera tú.” […] “No es mi intención ofenderte. Pero eres tú quien muestra siempre una absurda debilidad. Primero Jacoby, luego Shelby, y ahora.... No debemos volver a vernos, Waldo.”

  La vanidad, egoísmo y soberbia ofendidas precipitan el segundo y definitivo intento de asesinar a Laura, a la Laura que él ha moldeado, la imagen ideal, exclusiva, reconocible hasta el último momento. Aparte de las técnicas cinematográficas que preparan cuidadosamente este desenlace, la retrasmisión en diferido del programa de radio sirve de preámbulo para entender la enfermiza psicología criminal, escogiendo para cerrarlo el poema “La vida breve” de Ernest Dowson: “



Las risas y lágrimas no son duraderas,

ni tampoco el amor, el deseo y el odio.

Las humanas pasiones, con ser verdaderas,

dejan poca huella, traspasado el umbral.



No son duraderos los días de vino y rosas:

emergen en nuestras vidas de un nebuloso sueño

y luego, tristemente, vuelven a él.



  Entonces, como colofón, Waldo aparece en su dormitorio apuntándola con una escopeta recortada, y le espeta: “Ciertamente es así, ¿verdad, Laura? Tú lo eres todo para mí. Mi vida entera. ¿Crees que voy a dejarte en manos de un vulgar policía indigno de ti, incapaz de apreciar tu exquisita sensibilidad? ¿Crees que podría soportar el saberte en sus brazos, besándote, amándote?” […] “Nos encontrará juntos, como siempre lo hemos estado, como siempre lo estaremos.”

  Un movimiento reflejo de Laura le permite esquivar el primer disparo y correr hacia los policías que en ese momento irrumpen en la casa, echándose en brazos de McPherson. Waldo yerra el segundo disparo, en tanto la réplica policial acierta a herirlo mortalmente. Sus últimas palabras, son:

  -Adiós, Laura… Adiós, amor.





viernes, 15 de marzo de 2013

El juego de encontrarse



  En el juego de encontrarse, Oliveira y la Maga siempre tenían éxito. Quedaban en un barrio de París a determinada hora, sin precisar un punto concreto. Debían deambular y confiar en que el azar los pusiese en contacto. Cabía la posibilidad (el peligro) de que se pasasen así el día, sin encontrarse, solos, y entonces regresasen a sus casas enfurruñados, decepcionados. El éxito lo atribuía Oliveira a leyes probabilísticas imprecisas, que a la Maga no convencían; más bien a ella, a tenor de su condición supersticiosa, le acuciaba la fatalidad; un solo fracaso y se hubiera vuelto agorera e infeliz. Luego examinaban detenidamente todos sus pasos, el proceso telepático por el cual habían rectificado en determinados tramos, haciendo exitoso el avistamiento cuando ella doblaba una esquina o él cruzaba un semáforo.
  La teoría de la deriva situacionista precede a la novela Rayuela en una decena de años y pudiera arrojar luz al éxito de aquel juego. Según esta, examinando sobre un mapa psicogeográfico nuestra urbe, descubriríamos atractores hacia los que convergemos, debido a nuestra exigua capacidad de invención de variantes y al hábito. Si solo nos acomodamos al azar, como era aquel caso, no lograremos la ruptura psicogeográfica y nuestras referencias afectivas se asociarán a determinadas lugares en los que nos apoyaremos confiados para, inconscientemente, establecer un itinerario que acabará intersectando con el de alguien que nos sea familiar y coincidente y haya decidido orientarse de la misma manera. El estado mental que nos imbuye un paseo al azar por un barrio determinado (por grande que sea) difiere del que nos sume durante un paseo a la deriva, donde debemos activar nuestras capacidades de innovación y ruptura. Es en este caso cuando sí se presentarían serias dificultades para el reencuentro. Aplicando esta técnica al juego, Oliveira y la Maga rara vez se habrían topado y entonces ella, incapaz de vencer sus supersticiones, lo habría interpretado como una amenaza de la fatalidad y habría roto con él, en cuyo caso la novela no se habría escrito. O al menos, el capítulo 6.


 

viernes, 8 de marzo de 2013

Con un bailecito



  Y digo yo… ¿No hubiera sido mejor solucionar la Tercera Guerra Servil (73 a. C.) con un bailecito entre Espartaco y Marco Licinio Craso?

 



lunes, 4 de marzo de 2013

Atravesados por los neutrinos



  Resulta cuanto menos escalofriante conocer que a cada instante nos están atravesando billones de neutrinos por segundo, principalmente procedentes del sol, pero también de alguna lejana supernova y del fondo cósmico, recuerdo del Big Bang. Neutrinos hay de tres clases, electrónicos, muónicos y tauónicos, de menos a más pesados. Los electrónicos son de masa aproximada cien millones de veces más pequeña que la del electrón. Estamos acostumbrados a ser radiografiados por ondas electromagnéticas en chequeos hospitalarios y bajo nuestro consentimiento; y si somos penetrados por ondas de alta radiación, será porque ha habido algún escape radioactivo accidental en una planta nuclear cercana o durante los ensayos de algún vecino de pelo espino, expresión alelada y bata blanca, entregado a hacer rentable la fusión nuclear en frío. En general, nada más hay que nos atraviese de forma silente e inmisericorde.

neutrinos
Vecino peligroso

  No debía preocuparnos porque esto ha sido así siempre y parece que no nos ha estropeado la evolución. La alta penetrabilidad de los neutrinos y su exigua interacción con la materia hizo (y hace) difícil detectarlos desde que fueron postulados por Wolfang Pauli en 1930, de acuerdo con la premisa de que la energía había de conservarse durante una desintegración beta. El físico Frederik Reines logró detectarlos por primera vez en 1956, y por ello recibió el premio Nobel. Los métodos se han ido perfeccionando, y son dos principalmente: uno basado en su reacción con el Cloro-37, otro en el efecto Cherenkov, cuando chocan con un núcleo de hidrógeno en una masa de agua o hielo. Este método es el aplicado en el reciente proyecto de un telescopio de neutrinos instalado en el Polo Sur, el IceCube, que pretende mapear el firmamento del hemisferio sur, para localizar las principales fuentes de emisión.

Frederik Reines

Ice Cube





  Cuando en 1967 se preparó una enorme piscina de percloretileno en Dakota del Sur para detectar los neutrinos solares, los resultados no concordaban con los cálculos, detectando solo un tercio de los previstos. Creyendo que fallaría la técnica se probó de distintas formas y siempre ocurría igual, hasta que se entendió lo que se conoce como oscilación de neutrinos, que consiste en una continua transmutación entre las tres clases de ellos (electrónicos, muónicos, tauónicos), debiendo aplicar a la estimación teórica, el factor un tercio. El papel que han cobrado en el Modelo Estándar ha sido algo revoltoso, tal que al principio se mostraron remisos a manifestarse con masa distinta de cero, como ocurría con la previsión de Pauli. El Modelo Estándar ha funcionado excelentemente para muchas cosas, y el espaldarazo definitivo lo ha recibido el año pasado con el descubrimiento del bosón de Higgs. También al final han encajado perfectamente las tres familias leptónicas, donde están incluidos los neutrinos. Sin embargo hay enigmas que les atañen y que vuelven a demostrar su afán escurridizo o intrusista como cuando en algunos procesos se aplica también la conservación del momento de los neutrinos y se aprecia una energía ausente (missing energy), que sería la que falta después de descontar la aportación de los neutrinos. Es como si regresásemos al punto de partida  teórico, al necesitar un “redondeo” en la conservación de la energía, obligándonos, no ya a rellenar aquella incomprensible laguna postulando nuevas partículas, sino postulando el origen de una nueva física. La cual, por otro lado, apunta maneras al reunir una teoría cuántica de campos y la Relatividad General de Einstein, en lo que se conoce como teoría de las Supercuerdas. 

Super cuerdas



  Ni siquiera los neutrinos son buenos candidatos para explicar la reconocible y no vista materia oscura del Universo. Así pues, resulta tan complejo todo este entramado teórico que igual asoma alguna mente genial (o un grupo de investigadores geniales) que sea capaz de solucionar no solo estas desavenencias teóricas sino el estar siendo atravesados continuamente por tantos billones de neutrinos, que además deben hacerlo trasmutándose dentro de nosotros mismos entre los tres tipos conocidos, acaso produciendo radiación Cherenkov, si reaccionan con nuestro 70% de agua, o iniciando una cadena de reacción PPI, al estilo solar. No me extraña que últimamente me aqueje cierto hormigueo estomacal.
 



Efecto Cherenkov

Dolor de estómago indeterminado