viernes, 20 de abril de 2012

La sonata "Kreutzer"


¿Por qué la sonata Nº 9 para violín y piano de Beethoven, Opus 47 será mundialmente conocida como sonata “Kreutzer”, si el violinista francés al que se la dedicó en 1805, cuando la publicó, nunca se dignó a interpretarla, considerándola “ultrajantemente ininteligible”? ¿Por qué no se llamará sonata “Bridgetower”, si la estrenó con este violinista inglés de origen polaco en 1803, en el Auergarten Hall de Viena, a quién iba dedicada en un principio?

1)      Después de concluir el estreno, que, por cierto, fue un éxito colosal, durante la velada que siguió, Bridgetower hizo un comentario insolente que molestó a Beethoven, arrancándole un furibundo cabreo. El comentario tuvo presumiblemente que ver con el motivo inspirador de la sonata, que el inglés relacionó con algún arrobamiento amoroso del alemán. La amistad se zanjó en aquel momento, y la inicial dedicatoria la cambiaría en el momento de publicarse la partitura.
2)      Al margen del furibundo cabreo del genio alemán, con los primeros síntomas de sordera ya por entonces, terminó por aquellos años la sinfonía Heroica, dedicada a Napoleón, personaje al que admiraba, y, para abrirse paso entre los círculos franceses, le dedicó la sonata al violinista francés Rodolphe Kreutzer, pensando que no le disgustaría. Este debía ser un poco panolis y le pareció prolija e imposible de tocar.
3)      El escritor ruso Leòn Tolstoi escribió una novela corta basada en su visión de la sonata “Kreutzer”. En ella la esposa de Pozdnyshev, el protagonista y narrador, es pianista e interpreta la sonata con el violinista Trujachevsky. El efecto que produjo en Pozdnyshev ver a su esposa Liza ejecutar aquella magistral pieza le condujo a entender el exquisito, hondo y voluptuoso vínculo que provocaba entre los músicos. Para él sería inalcanzable tal grado de complicidad, apasionada y sensual,  y por eso la mató.
4)      A Beethoven fascinaba la belleza femenina, y siempre andaba enamoriscado tras alguna. En 1803 había pretendido a una alumna suya, Julieta Guicciardi, prima de las hermanas Brunswick, que acabó desposándose con el conde Gallenberg. Luego lo intentó con la más hermosa de las hermanas Brunswick, con Josephine, pero también fracasó. El caso es que aquellas insatisfacciones amorosas bien podía reflejarlas en su música, y por tanto, un comentario irónico al respecto de Bridgetwer le sentaría como una patada en el piano.


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