viernes, 28 de diciembre de 2012

Drunker Shakespeare in love



  De un Shakespeare borracho califica Heinrich Heine (Memorias) al dramaturgo alemán Dietrich Grabbe, uno de los más prolíficos, adelantados y relevantes del siglo XIX. En vida sólo estrenó una obra, Don Juan y Fausto, escribiendo otras muchas de carácter histórico y una,  El conde Theodor de Gothland, 1819-1822, que era declaración de guerra contra las comedias sentimentales, en boga en aquel momento. Tomándolo como referencia, Bertold Brech escribió a los veinte años Baal, cuyo protagonista es un poeta que afronta distintos lances sexuales y comete un asesinato. La bebida agrió el carácter de Grabbe o sencillamente lo resaltó, siendo ya de por sí brusco, desenfrenado y antipático. Fracasó su matrimonio con Louise Clostermeier y perdió el empleo como auditor de guerra en Detmold y la colaboración que realizaba en el teatro Düsseldorf. Es posible que si hubiera conocido a una musa tipo lady Viola de Lesspes, modernamente el director de cine John Philip Madden habría rodado una película basada en ello, digamos un Drunker Shakespeare in love.

Christian Dietrich Grabbe



Baal 

miércoles, 26 de diciembre de 2012

La caída mortal de Murillo



 La cuestión no es si Bartolomé Esteban Murillo se cayó en Cádiz o en Sevilla mientras pintaba Los desposorios místicos de Santa Catalina para el retablo del convento de los capuchinos de Cádiz, lo cual en poco tiempo le produjo la muerte, sino por qué no había un Plan de Seguridad de Obra donde se contemplaran los Riesgos Laborales y sus mecanismos de prevención e intervención. En tal caso el andamio sobre el que hubiera estado subido cumpliría unos mínimos inexcusables en adición a otras medidas : la distancia entre borriquetas no hubiera sido superior a 3,5 m, las cruces de San Andrés hubieran estado a ambos lados, se hubieran usado anclajes adecuados, apoyos sobre una base sólida y por supuesto una barandilla de seguridad tipo sargento, barra intermedia y rodapié, zapatillas antideslizantes, casco de seguridad, cinturón de seguridad clase A, tipo I, escalera de mano de un metro por encima de la altura a salvar, red de funambulista, maroma flexible tipo puenting, plan de evacuación, etc. etc. Por fortuna, su discípulo Francisco Meneses Osorio sí cumplió la normativa y requisitos para abordar la pintura de altura, gracias a lo cual pudo continuar y dar término al lienzo, sin que se accidentase fatalmente.

La caída mortal de Murillo. Manuel Cabral Aguado Bejarano (1827-1891)
 

Los desposorios de Santa Catalina

jueves, 13 de diciembre de 2012

El final de Tannhäuser



A pesar de que debido a la ópera homónima de Wagner el final del caballero y poeta Tannhäuser redima sus pecados después de haber sido rechazado su arrepentimiento por el papa Urbano IV, lo cierto es que él regresa al monte Hölselberg, junto a Venus, como lo cuenta el Mons Veneris de Heinrich Kornmann (la más importante fuente bibliográfica sobre dicha leyenda) y lo recoge Heinrich Heine en Los dioses en el exilio.

“De nuevo estaba en el monte
do habría de permanecer
hasta que en Juicio Final
Dios le hiciera comparecer.”









 

miércoles, 12 de diciembre de 2012

La muerte de Ricardo Reis.



Entre los más importantes heterónimos de Fernando Pessoa, el único que dejó sin fecha de fallecimiento fue Ricardo Reis. Ya le dijeron una vez que era una estupidez aquello de inventar vidas y tratarlas como si fueran reales. Tenía algunas razones para ello: una que ni él mismo estaba seguro de existir, así que quizás no fuera tan grande la diferencia; dos que a falta de amigos que lo llenaran espiritualmente, allí estaban estos, surgidos de sí y moldeados a la medida. A Álvaro Campos y  Alberto Caeiro les puso fecha de fallecimiento y en cambio a Ricardo Reis, no. Es posible que fuera descuido o puede que a este (como amigo) lo necesitara hasta sus últimos días de vida para intercambiar epístolas o diálogos imaginarios. O sencillamente estaba escrito que le sobreviviera para que llegara otro loco del estilo y le siguiera el juego cerrando el ciclo. Este fue José Saramago, que escribió: El año de la muerte de Ricardo Reis.