De un Shakespeare
borracho califica Heinrich Heine (Memorias) al dramaturgo alemán Dietrich
Grabbe, uno de los más prolíficos, adelantados y relevantes del siglo XIX. En
vida sólo estrenó una obra, Don Juan y Fausto, escribiendo otras muchas
de carácter histórico y una, El conde
Theodor de Gothland, 1819-1822, que era declaración de guerra contra las
comedias sentimentales, en boga en aquel momento. Tomándolo como referencia,
Bertold Brech escribió a los veinte años Baal, cuyo protagonista es un poeta
que afronta distintos lances sexuales y comete un asesinato. La bebida agrió el
carácter de Grabbe o sencillamente lo resaltó, siendo ya de por sí brusco,
desenfrenado y antipático. Fracasó su matrimonio con Louise Clostermeier y
perdió el empleo como auditor de guerra en Detmold y la colaboración que
realizaba en el teatro Düsseldorf. Es posible que si hubiera conocido a una
musa tipo lady Viola de Lesspes, modernamente el director de cine John Philip
Madden habría rodado una película basada en ello, digamos un Drunker
Shakespeare in love.
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Christian Dietrich Grabbe |
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