miércoles, 15 de mayo de 2013

La sombra internauta



  El psicólogo Carl G. Jung habló de la necesidad de enfrentarse a la sombra, término que refiere la parte inferior de la personalidad, sumergida en el inconsciente personal. Enfrentarse a ella significa reconocerla, interiorizarla, facilitarle su propia realización, su cobertura en el ámbito adecuado. Es una parte viviente de la personalidad que quiere ser vivida, no rechazada, ni esquivada, ni reprimida. El autoengaño ha servido siempre para quedarnos con la parte consciente que nos habilita una imagen adecuada, correcta, útil, aparentemente equilibrada, que es la que capta el otro, en su discreción y conformidad para avenirse con su propia negación o ignorancia de la sombra. Ella no tiene por qué reunir factores desazonadores o desequilibrantes, lo serán si no se canaliza adecuadamente, si no se asimila, si no se integra en la conciencia. Negarla es un error, pues no sabríamos a qué obedecen actos inconscientes, raptos obsesivos o neurosis pasajeras que pudieran desencadenar una patología. La confrontación con ella, es decir, con la parte inferior reprimida, defenestrada, originada por unos instintos o arquetipos heredados, que, por el procedimiento que sea, logramos desentrañar y trasladar al lado consciente, comporta un problema ético importante. Es difícil dilucidar la conveniencia de atenerse a unas reglas que impongan bien unas limitaciones, bien un régimen de permisividad que, a la sazón, pudiera conmocionar el propio entorno, al hacerse bruscamente visible. Pero una buena regulación es necesaria y a la larga beneficiosa, conforme con que la realización de la sombra nos hará mejores personas, más humanas, más libres. La pregunta es en qué medida acusa un descontrolado auge por la desproporcionada navegación internáutica y si es dable su realización abandonándola por los vericuetos señalados por las nuevas tecnologías.







No hay comentarios:

Publicar un comentario