Después de una extenuante mañana de papeleo
administrativo me queda la sensación de que lo más provechoso que he hecho después
de tanto trajín ha sido comprar el pan.
Por lo menos en la panadería sólo me han
pedido: dni, padrón histórico, carné de manipulador de alimentos, comprobante
de la última revisión bucal, no haber padecido disquinesia ciliar o síndrome de
Kartagener, informe de la
Universidad de Arizona del nivel bacteriano de mi teclado de
ordenador y, si procede, el formulario de solicitud de ayuda a la Junta de Andalucía para
sufragar el gasto.
Y cuidado que no me pite al salir.
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